19/04/2024 - Edición Nº1962

Entrevistas | 1 mar 2008

Los Kirchner, de la FURN a la Rosada

Diálogo de 2010 con los autores de “Setentistas”


Por Luis Freitas

¿Qué tienen en común Carlos Kunkel, Enrique Bugatti, Ofelia Cédola y Carlos Moreno? La primera respuesta es obvia, todos fueron miembros del gobierno de Néstor Kirchner y algunos de ellos aún continúan en funciones. Pero lo que muchos no saben es que también fueron compañeros de militancia en la Universidad de La Plata allá por los turbulentos años ’70. Los periodistas Fernando Amato y Christian Boyanovsky Bazán realizaron una profunda investigación que derivó en Setentistas, de La Plata a la Rosada, una biografía política que retrata a los jóvenes estudiantes peronistas que, haciéndole frente a la represión, intentaron cambiar la historia.

¿Cómo surgió el interés por escribir un libro sobre los orígenes militantes de Néstor y Cristina Kirchner?

Fernando Amato: Había una pregunta que andaba flotando en el mundillo político acerca de si Kirchner había sido o no Montonero y nos propusimos tratar de responderla. Rastreando un poco descubrimos que había militado en La Plata en los ’70. Y sucedió que, más allá de responder esa pregunta, nos encontramos con una historia que abarcaba al matrimonio presidencial pero era a la vez mucho más rica, porque incluía a todo un grupo que había participado de la militancia universitaria que nos pareció que era lo que tenía que rescatar el libro. Sobre todo en esta época donde, después de lo que fueron los ’90, el escepticismo parece marcar la vida de todos. Rescatar la pasión militante de los ’70, en este caso de la Tendencia Revolucionaria del peronismo, nos pareció que era interesante para mirarlo desde el hoy. Porque en los primeros tiempos eran los propios militantes de Montoneros, del ERP o de la izquierda peronista, los que analizaban esos hechos. Pero ahora gente como nosotros, de una generación que no lo vivió, está empezando a entender lo que pasó. Nos propusimos meternos en la época sin juzgarlos y sin mirarlos desde el hoy, porque sino, parece otro mundo, no se entiende nada.

¿Cuál fue el puntapié inicial, por dónde empezaron a desenredar la madeja de esta historia?

Christian Boyanovsky Bazán: Se hablaba de la existencia de una agrupación llamada Federación Universitaria de la Revolución Nacional (FURN) de la que incluso el mismo Kirchner  hizo mención en algunos medios y algunos funcionarios  que empezaban a aparecer, que no eran de primera línea y decían compartir el origen político militante con Kirchner en dicha agrupación. Lo primero que hicimos fue investigar qué fue la FURN, cómo se originó y quiénes la integraban. A partir de allí empezamos a ir hacia atrás y empiezan a aparecer una serie de personajes que son quienes le dan un entramado político a esta agrupación a la que después Kirchner se une. La FURN desde su nacimiento forma parte de la Jotapé porque es la herramienta que le permite ingresar a la Universidad, un lugar que al peronismo le había estado vedado históricamente.

F. A.: Por ese entonces la ciudad de La Plata se transformó en un imán para muchos estudiantes de Buenos Aires y de todo el país. Allí, en la Universidad todos esos chicos,  por lo general tímidos, tranquilos, que venían de pueblos del interior, con otros tiempos, otro estilo de vida, empezaron a conectarse, a relacionarse humanamente a través del comedor universitario que fue muy importante en La Plata, a través de las peñas folclóricas y de las  fiestas de los fines de semana. En esa formación humana irrumpe la Jotapé y los transforma en peronistas –aunque algunos ya lo eran- y ese proceso político es también un proceso humano.  Resulta interesante ver cómo esos chicos del interior en dos años se transforman en militantes revolucionarios, o guerrilleros en muchos de los casos. Fue un proceso que ellos mismos siempre cuentan que aún hoy les parece una locura. Esa vorágine en la que entraron que les cambió la vida.
De los testimonios que recogieron para el libro ¿cuáles fueron los que más los impactaron?

Ch. B. B: Hubo testimonios muy fuertes de los vivos, pero creo que lo que más nos impactó fueron las historias de los muertos. Por ejemplo, la de Pablo Fornasari, un chico de Córdoba que empieza militando siempre con una posición de ir al frente, se transforma en un líder natural, él mismo asume ese liderazgo pasando a ser oficial montonero, primero es detenido ilegalmente y luego fusilado por el Ejército en un enfrentamiento fraguado. Nos impactaron los testimonios de sus compañeros que lo pintan en una dimensión amplia en cuanto a lo humano, en cuanto a cómo se relacionaba con los demás, cómo era él personalmente. Cuando lo mataron no llegaba a los 30 años.

F. A.: Otro es el Turco Achem, uno de los fundadores de la FURN, que lo mata la Tiple A en el ’74. Nos impresionó mucho su capacidad de liderazgo, su capacidad intelectual y estratégica para poder llevar adelante una política de masas, no nos olvidemos que la Jotapé formó parte del gobierno nacional y por eso era muy importante cómo se manejaba eso.

¿Durante la investigación hubo gente que se negó a colaborar con su testimonio?

F. A.: Todo lo contrario, la mayoría nos decía que si nosotros hubiésemos querido hacer este libro hace cinco años no lo hubiéramos logrado porque a todos les costaba mucho hablar del tema, ya sea por el dolor personal de los amigos que no estaban o porque a muchos les cuesta aún superar lo que pasó. De hecho hay un caso de uno de los personajes del libro, Celina Volponi, que recién retornó de su exilio en Alemania el año pasado. Con ella charlamos personalmente una vez llegada al país. Habíamos intentado realizar charlas vía correo electrónico y ella nos contaba que se sentaba en la computadora y empezaba a llorar y no podía escribir ni una línea. Sacando algún caso así, hubo mucha predisposición a hablar, muchos nos contaron cosas que ellos mismos admiten que no habían contado nunca. Inclusive funcionarios del gobierno que han contado sobre su participación tanto en la Jotapé como en Montoneros, sin ningún tipo de problemas, supongo que en muchos casos porque se sienten reivindicados y avalados por la política de derechos humanos llevada por Kirchner.

Ch. B. B.: Salvo casos como el de Volponi, el argumento para negarse era el respeto a los compañeros, porque les hacía mal recordar esa época. Sólo hubo un caso excepcional –no vamos a decir de quién se trata- que prefirió callar por decisión propia pero seguramente influido por lo que pudiera generar su testimonio respecto de Néstor Kirchner, que era Presidente en el momento en el que hablamos con él.

F. A.: A mí particularmente  la investigación me cambió la visión que tenía sobre los derechos humanos, me dio una óptica mucho más humana del asunto. Antes tenía una visión mucho más política de lo que era el desaparecido y hoy tengo una visión de carne y hueso; hoy para mí los desaparecidos tienen nombre y apellido, puede ser Pablo Fornasari, el Turco Achem, Carlos Miguel, y también tienen una historia detrás.

¿Pudieron finalmente averiguar si Néstor Kirchner y Cristina Fernández formaron parte de Montoneros?

Ch. B. B.: No lo fueron pero no es muy preciso el motivo. En el caso de Cristina  es más sencillo porque ella nunca tuvo una participación activa en la militancia. Más allá de ir a las marchas generales, nunca  llegó a integrar del todo una organización, aunque estuvo cerca de la FAEP (Frente de Agrupaciones Eva Perón) que era una escisión de la FURN y nunca terminó de participar en forma orgánica, como sí lo hizo Kirchner. La FAEP tenía posturas más dogmáticas desde la izquierda, desde el marxismo, porque justamente nace como una organización de superficie de las FAR.  El sector más marxista de la FURN aún siendo peronista es el que arma la FAEP. Cuando Cristina llega a la militancia eso estaba formado hacía varios años y estaba por convertirse en la Juventud Universitaria Peronista –la fusión de ambos grupos- entonces tiene una participación ligera, poco orgánica. Kirchner, en cambio venía participando de la FURN desde años anteriores activando acciones, siendo parte en forma orgánica. Se dice por un lado que él no terminó como un combatiente de Montoneros por una cuestión de tiempos, porque en general todos los que formaron parte de la FURN terminaron siendo cuadros de Montoneros porque estaban convencidos de que ése era el camino. Además, incorporarse a Montoneros como miliciano no siempre implicaba agarrar un arma o salir a poner bombas. También había un trabajo político, de bases y había células que se dedicaban a hacer eso. Kirchner tuvo una militancia más en ese sentido. Luego, en el ’74, un grupo grande de La Plata en el que estaba Kirchner, rompe con Montoneros.

F. A.: El gran quid de la cuestión es determinar qué era en esa época ser Montonero y si Kirchner lo fue. Porque en realidad Montoneros eran todos porque esa agrupación termina asumiendo la conducción de la Jotapé, que agrupaba en su seno a todas las agrupaciones universitarias, barriales, los movimientos villeros.

¿Coinciden con quienes dicen que la desconfianza y el cerrarse en un reducido grupo de fieles colaboradores también forman parte de la herencia setentista?

F. A.: Sí, inclusive algunos de ellos que tienen importantes cargos en el gobierno han dicho públicamente que si los Kirchner tienen un defecto es que siguen viendo enemigos atrás de la puerta como si estuvieran en los ’70, y que por eso no dejan crecer estructuras ni abren el juego. Y hablando de ese grupo de confianza hay un grupo muy importante de esa gente que militó en La Plata que tiene cargos claves en el gobierno, es el círculo íntimo. El congreso lo maneja  Carlos Kuto Moreno, que era el jefe político de Kirchner en esos años; para los decretos de necesidad y urgencia está Ofelia Cédola, la Subsecretaria Legal y Técnica que fue la celestina que le presentó a Cristina; el que manejó gran parte del conflicto con las pasteras en Gualeguaychú y que hasta diciembre era Vicegobernador de Entre Ríos, Pedro Guastavino, era integrante de la Banda Púrpura, una fuerza de choque de la FURN; el embajador en España y responsable de las negociaciones con las privatizadas es Carlos Bettini, militante de la FURN y amigo de Cristina del Jockey Club de La Plata de toda la vida. Es decir que en los puestos claves Kirchner puso a gente de ese círculo íntimo. Además algunos de ellos conforman el Grupo Luján que apuntala al matrimonio presidencial, discutiendo políticas, estrategias y planes de gobierno, sin dejar de reivindicar la mística combativa de los ’70. También están desarrollando, en las oficinas de Puerto Madero, una actualización doctrinaria, con vistas a la renovación del PJ.

El tema Setentistas del grupo de rock Attaque 77 reivindica la lucha de esos años  ¿qué creen que aporta su libro a las nuevas generaciones?

F. A.: Nosotros reivindicamos a estos militantes en su fuerza arrolladora, en ese espíritu colectivo y militante, en ese dedicarse con voluntad y pasión casi desmedida a la militancia política, a discutir ideas, a hacer cosas. Eso me parece que es muy impresionante tanto para nosotros como para los jóvenes que lean el libro y puedan ver que hay una forma de participar en toda esta cuestión. Saber que uno se puede equivocar y es bueno señalar algunos de los que puedan ser considerados errores que algunos militantes cometieron. Es importante dejar claro que no es que no sirva para nada participar en política o comprometerse con una causa que uno considere válida y viable. Ese es un aporte interesante que nuestro libro puede hacer a las generaciones más jóvenes.

Ch. B. B.: Abordamos el trabajo con una consigna que fue inquebrantable: el respeto hacia los militantes, a esa gente que se había comprometido con una idea y que había hecho lo posible por llevarla adelante, por concretarla y que por eso muchos de ellos terminaron asesinados, desaparecidos simplemente por luchar por sus ideales.
 

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