25/04/2024 - Edición Nº1968

Política Nacional | 1 feb 2015

La salud pública en CABA en estado crítico

Tras 8 años de gestión Mauricio Macri destruyó el sistema de salud en pos de transferir al sector privado la mayor cantidad de pacientes. Este traspaso de “clientes” justifica la entrega de recursos en salud a la publicidad y marketing electoral del PRO.


Por Federico Paruolo

(Secretariado MUP CABA)

El desmantelamiento en la inversión edilicia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires está a la vista de todos: el deterioro de los 33 hospitales públicos, de los cuales 19 son especializados, se mantiene tal cual desde el regreso de la democracia. Existen solamente 14 hospitales  de agudos para una población de 2.900.000 habitantes, según datos del INDEC, es decir, un hospital cada 208.000 habitantes.

Conforme a la Encuesta Anual de Hogares realizada por el gobierno de la ciudad en el año 2013, el 17% de la población accede solo al sistema de salud pública (la encuesta, por simple suma de porcentajes, deja afuera un 10% no considerado), el 47% posee una obra social, el 17% una prepaga mediante obra social y el 9.5% solo prepaga.

Así, la política de salud del macrismo se limitó a inaugurar “salas” en los nosocomios existentes, pintar algún pabellón y gastar los recursos en publicitar obras ficticias. La única medida real y visible que se tomó fue la creación de “centros de salud” de atención primaria, al efecto de descongestionar un poco los hospitales públicos. Como fueron creados en calidad de parche, estos centros no logran solucionar el problema de base, puesto que solo tratan cuestiones de atención primaria y dejan lo más complejo a los hospitales. De esta manera se agudiza la escasez de recursos en proporción a los ciudadanos que pueden atender. 

En 8 años el macrismo no ha creado un solo hospital público, a saber que la densidad demográfica de la ciudad así lo requiere. A los casi tres millones de habitantes de la ciudad, hay que sumarle las personas que también trabajan en CABA y viven en la periferia. Por lo tanto transcurren más tiempo del día en esta jurisdicción.

El macrismo minó la capacidad de atención de los hospitales; desalentó a los jóvenes médicos a ser parte de un sistema de salud pública; limitó el acceso a la salud a compatriotas de otras ciudades con la excusa infantil de que el sistema no los puede absorber. En realidad el modelo de gestión está diseñado para que los ciudadanos se conviertan en clientes y sean absorbidos por las empresas de medicina privadas, donde los amigos del poder acrecientan sus ganancias para sacar las divisas obtenidas del país. Como esto último fue imposible, el macrismo beneficia a sus amigos y conocidos por medio de contrataciones directas de insumos o licitaciones fraudulentas.

Cuentas claras

Conforme la ley de presupuesto 2014, el gasto destinado a salud asciende a doce mil millones de pesos donde ocho mil millones se destinan a remuneraciones. Es decir el sesenta y seis porciento del presupuesto es para pagar salarios, y solo el treinta y tres queda para infraestructura, alimentación, insumos, etc. 

Así, los gastos de los hospitales públicos, año tras año, se pueden separar en tres ítems: reparaciones, insumos y alimentos. El primer punto es el “visible”, ya que solo al caminar los hospitales salta a la vista. Es en los ítems insumos y alimentos donde radica el gasto que no se ve, por lo tanto el ciudadano no puede observar ni cuantificar y pierde la capacidad de regente del gasto realizado por el gobierno.

Todas las contrataciones, conforme manda la ley, deben realizarse por el sistema de licitación (se elige al oferente que más convenga a los intereses públicos). Es así como cada hospital debe realizar un presupuesto propio, denominado meta física, en el cual manifiesta los recursos económicos que precisa donde detalla las obras a realizarse, insumos médicos, sueldos que debe abonar, raciones de comida que precisa, insumos de oficina, etc.

En cuanto a la compra de medicamentos se realiza en forma centralizada a través de un sistema de pedidos, mediante el cual los dos grandes proveedores que ganaron la licitación (dividiéndose la ciudad en dos y conformando un gran oligopolio) poseen una lista de ochocientos insumos médicos. Lo que no figura se compran “por fuera” de dicho esquema a través de licitaciones particulares. Así los hospitales pagan más caro algunos insumos que si los compraran en forma directa.  Es claro que los ganadores de estas licitaciones son los grandes beneficiados del sistema de compras del Gobierno de la Ciudad.

Es decir, al afirmar que no hay presupuesto y, en virtud de ello obligar a los hospitales a comprar medicamentos conforme a las necesidades, las urgencias (aquellas que dependen la efectividad de un tratamiento o la vida de un paciente) se realizan en forma privada. Esto genera una diferencia de precios en desmedro del patrimonio público. 

Por otro lado, en la actualidad existe un gran déficit en la cadena de pagos de los proveedores de alimentos, a quienes se les paga tarde (hasta un mes y medio de atraso) y en compensación se les paga más caro por ración de alimentos, puesto que en esos meses de demora los proveedores actualizan el precio de la ración que ya brindaron. Esto se hace en connivencia con el Gobierno de la Ciudad, por lo tanto en forma arbitraria y por fuera del sistema de licitación.

En cuanto a los insumos de oficina, desde hace mas de 4 años que se contrata en forma directa a Office Net S.A. (actual Staples Argentina S.A)., un proveedor de papel (el mayor insumo de oficina de los hospitales) que por azar resulta ser propiedad de un amigo del jefe de gobierno porteño. Cada hospital paga la resma hasta un 30% más cara que en el mercado minorista, con la consecuente disminución en el presupuesto general. 

A contracara de la década ganada

Todas estas “desviaciones” presupuestarias solo agravan las condiciones de atención que brinda el sistema de salud al pueblo de la capital. Mauricio Macri, Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal, Gabriela Michetti y la mayoría de los integrantes del PRO no parecieran cumplir con los deberes de funcionarios públicos, más bien van a contramano de las políticas justicialistas, nacionales y populares, que el Estado nacional en cabeza de Néstor y Cristina Kirchner han desarrollado a lo largo de estos últimos 12 años.

Esa es la senda que debemos continuar en una ciudad que por ser la “capital”, resulta ser la imagen del país al exterior. Es lo primero que ven los conciudadanos del mundo cuando llegan a la Argentina. Donde la prensa internacional pone la lupa y donde los compañeros que viven en las distintas provincias toman como vanguardia en materia de innovación y progreso.  

Entendemos que deben crearse nuevos hospitales públicos en virtud de la explosión demográfica de la ciudad, a efectos de que la proporción entre habitantes y centros de salud sea razonable. Además deben crearse más unidades móviles, no para asistir en momentos electorales a sectores carenciados, sino para brindar apoyo ante situaciones específicas o desbordes de algún hospital. 

Necesitamos hospitales en los barrios que históricamente han sido marginados de las políticas públicas.  Debemos fomentar en los jóvenes estudiantes de medicina la voluntad de prestar un servicio de calidad, brindándoles como contraprestación un salario digno de la tarea encomendada. Además resulta fundamental realizar acuerdos con los establecimientos educativos tanto públicos como privados, dedicados a formar especialistas en salud; así debe armarse un presupuesto acorde a las necesidades de los hospitales, al mantenimiento de su estructura, a la provisión en tiempo y forma de los materiales médicos. 

Sostenemos que debe dejarse de lado la práctica de la compra directa que fomenta el favoritismo. La contratación de quienes proveerán los insumos debe realizarse de manera transparente y pública. No se puede sostener que el sistema fracasa porque es utilizado por compatriotas, sino por el contrario, debe garantizarse también a esos ciudadanos, el acceso a la salud.

Un pueblo saludable es un pueblo que acrecienta, en forma exponencial, su capacidad de desarrollo, tanto como fuerza productiva, como fuerza viva que haga del entramado social el motor de una ciudad que debe, por imposición histórica, ser el motor de un país en pleno desarrollo y avance hacia la libertad económica, la justicia social y la soberana política.

OPINÁ, DEJÁ TU COMENTARIO:
Más Noticias

NEWSLETTER

Suscríbase a nuestro boletín de noticias