Por: Héctor Bernardo y Lilibet Enriquez

Este martes 5 de enero, los 277 legisladores tomaron posesión de sus cargos en la nueva Asamblea Nacional de Venezuela (2021-2026), luego de los comicios del 6 de diciembre, en los que obtuvo una contundente victoria el Gran Polo Patriótico. La mayoría parlamentaria de la Asamblea, eligió como nuevo presidente de ese órgano al ex ministro de Comunicación, Jorge Rodríguez.

La anterior Asamblea transcurrió su período en medio de un desacato judicial, incumpliendo la normativa interna de ese órgano legislativo, aunque esa situación no frenó sus intentos de agresión contra el Ejecutivo, conducido por el presidente Nicolás Maduro. En ese camino, en 2019, la Asamblea en desacato intentó proclamar al entonces diputado Juan Guaidó como “presidente encargado” del país.

La instalación de la nueva Asamblea Nacional representa la recomposición del orden institucional y la reconstrucción del vínculo del órgano legislativo con los otros poderes del Estado venezolano.  

“La reconquista de la Asamblea Nacional en Venezuela, ha sido una fiesta democrática para la Patria Grande. Por la sumatoria de episodios que se dieron cuando se instaló la anterior Asamblea, por la cantidad de consecuencias que tuvo la operación Guaidó y todas las canalladas que eso implicó e implica hasta la fecha, en términos de usurpación de funciones, de impostación de representaciones políticas y democráticas, en términos de toda esa criminalidad disfrazada de política, que el imperio avaló durante tanto tiempo”, aseguró a Revista 2016 el analista político y doctor en filosofía Fernando Buen Abad.

El filósofo mexicano explicó que fueron derrotadas todas esas operaciones en su conjunto y consideró que es un error “analizar de manera atomizada o separada las distintas canalladas que se han desatado con esta ‘emboscada’ llamada Guaidó: el volumen geopolítico que eso tuvo, la voluntad perversa del imperio norteamericano, aliado con gobiernos en Europa y en América Latina, reconociendo esta perversión criminal que Guaidó representó, junto con todos sus cómplices en la Asamblea ya extinta, lo que costó en términos de robo de recursos, propiedad del pueblo venezolano, las amenazas que se produjeron desde Colombia, el plan de robarle territorio al propio pueblo venezolano y las consecuencias que eso ha tenido para el pueblo mismo, en términos de limitaciones de acceso a lo esencial, de libertad para el manejo de sus propias riquezas y para  el manejo de sus relaciones internacionales”.

“Si no olvidamos cómo ha sido articulada esta ofensiva contra el proyecto revolucionario venezolano y su gobierno, este relevo que ha tenido lugar en Caracas, con las nuevas representaciones que ahí se dan, tras un proceso democrático que ha logrado vencer, incluso, los desafíos históricos internos del país y ha podido volver a cumplir con su calendario democrático, es una celebración, que hay que saber explicar y poner de manera transparente, porque esa es la manera que tenemos para probar y demostrar de qué tamaño ha sido y es la lucha del pueblo venezolano por defender su soberanía, su decisión y su voluntad democrática”, afirmó.

Luego de un período en el que la oposición más violenta sancionó proyectos que desconocían la voluntad de la mayoría, en una Asamblea que apostó por la caída del Gobierno venezolano, esta nueva Asamblea regresa al camino de transformaciones a favor del pueblo y ratifica la institucionalidad democrática de Venezuela.

“Se abre un nuevo capítulo, con una Asamblea que deberá encarar los estragos de una pandemia, tendrá que completar las tareas que ya se han iniciado de protección social, salud pública, atención a las urgencias del pueblo venezolano, en medio de un bloqueo infernal, desalmado e inhumano como el que están padeciendo”, comentó el analista. 

Buen Abad agregó que “se enfrenta, además, a la necesidad de armar una reingeniería del aparato del Estado, como lo contempla la recientemente impulsada Ley Antibloqueo. Está desplegada sobre la mesa política venezolana una agenda muy potente de urgencias, entre las que están, por supuesto, la tarea de reequilibrar y redimensionar la realidad económica del país, la urgencia inevitable de discutir la problemática energética de la nación, incluyendo el abastecimiento eléctrico y todos los sabotajes que ha sufrido, el nivel de producción petrolera, la urgencia de poner al servicio de la producción nacional, principalmente de alimentos, y el despegue de las actividades industriales, con una base energética potente y con un necesario replanteamiento de infraestructura, en virtud de todos los bloqueos y las limitaciones que el imperio les ha impuesto”.

“En particular, me parece que la Asamblea tiene que trabajar profundamente en la tarea cultural, política, moral y ética del país. Venezuela y su pueblo militante y solidario, necesita con urgencia que esta Asamblea Nacional complete el trabajo revolucionario de consolidar la conciencia transformadora, la conciencia política”, afirmó el analista.

Además, recordó que “hay unas raíces chavistas muy profundas, que tienen una encarnación muy fuerte en esa Asamblea, donde Hugo Chávez firmó, sobre una agónica Constitución, el nacimiento de una  nueva, que hoy es brújula orientadora de ese pueblo, pero que está necesitando avanzar para profundizar el proceso de ese proyecto revolucionario, socialista y bolivariano. En eso se nutre esta agenda política y geopolítica de la nueva Asamblea de Venezuela”.

“Nuestro lugar, a nivel de solidaridad internacional, es apoyando este pueblo, su lucha y sus esfuerzos”, concluyó.