29/03/2024 - Edición Nº1941

Política Nacional | 18 sep 2021

ANÁLISIS

La crisis del Frente de Todos: que se tuerza y se retuerza, pero que no se rompa

La angustia del pueblo argentino aumenta al ritmo de la agudización de la crisis política del gobierno. A su vez, la militancia vive horas aún más angustiantes y, al contrario de lo que proponía Alem, parece reclamar, que se doble, que se raspe, que se tuerza y se retuerza, pero que no se rompa.


Por: Nicolás Mujico - Politologo UBA- Maestrando en Defensa Nacional UNDEF

 

El Frente de Todos atraviesa, por voluntad de sus partes, una crisis política que puede barrer con el gobierno y agudizar más aún la crisis económica y social que atraviesa Argentina. La irracionalidad política se apodero de todos, que parecen decididos a renunciar a los acuerdos y priorizar los impulsos y caprichos de sus principales figuras.

Recapitulando: señalábamos hace un tiempo que, como consecuencia de la pandemia y de la crisis económica que ésta trae aparejada, los oficialismos se ven con dificultades para fijar el escenario electoral en que se disputarán las elecciones perdiendo, de esta manera, la ventaja que suelen tener con respecto a sus adversarios. Esta situación particular, arrojó en el mundo innumerables derrotas electorales en gobiernos de diverso signo político. Es natural que, en la medida que el tiempo pase y la vacunación avance, la pandemia se vuelva más tolerable y los gobiernos logren, de a poco, recuperar esa iniciativa que les permita, a su vez, tener mejores desempeños electorales. Esto podría ocurrir incluso en la Argentina. Sin embargo, parece que el COVID tiene efectos sobre la dirigencia política que aún no han sido develados por la ciencia.

El resultado electoral del domingo 12 de septiembre, fue muy malo. Un verdadero Waterloo. Sin embargo, y teniendo en cuenta los resultados de las elecciones de 2017 y 2015 en el caso de los senadores, se trata de un desastre relativo. También en 2017 se perdió en la mayoría de las provincias. Ese año se perdió en los grandes distritos y bajo el nombre de Unidad Ciudadana, se perdió en la provincia de Buenos Aires. No hace falta aclarar que en la ciudad de Buenos Aires en el 2017 el resultado fue desastroso. Dada este situación, el gobierno estaría perdiendo a pesar de la catástrofe, un puñado de diputados con la posibilidad cierta de poder achicar y aún recuperarlos en noviembre. ¿Por qué entonces la decisión de hacer estallar por el aire al Frente de Todos?

Es posible ensayar una respuesta en dos sentidos. Una desde el plano socio-económico y otra desde el plano meramente electoral. En relación a lo primero, la discusión se centra en la crisis que atraviesa Argentina. Evidentemente, no hubo acuerdo sobre la batería de medidas que se debían lanzar el jueves 16. La figura del ministro Martín Guzmán, su presencia o salida del gabinete, las metas fiscales y el presupuesto 2022 son claves para comprender qué sector triunfa al interior del Frente si es que de esta discusión se sale con Frente. Hasta el momento, el gobierno solo parece encausar el discurso, abandonando los temas de la progresía y poniendo en el centro los temas que verdaderamente le preocupan al pueblo.

Por el otro lado, existe una discusión que se presentó de un modo simple. Mostrar o esconder a Cristina Fernández de Kirchner para recuperar esos votos perdidos. En este punto, conviene recordar que no se trata de una elección presidencial de distrito único, sino de 24 distritos que van a elecciones. Cómo puede, entonces, resultar lo mismo el voto del conurbano bonaerense, donde el ascendiente de Cristina es enorme, con el interior de la provincia de Buenos Aires o provincias en donde la figura de la expresidenta no logra entrar en el corazón de los votantes. Convendría, seguramente, mantener una atención flotante sobre todos los escenarios electorales y aprovechar las oportunidades electorales que aparecen. El país no termina en el cinturón que marca la ruta Campana Luján-la Plata. Es posible que algunos gobernadores puedan sintonizar con su electorado siempre y cuando, los miembros del Frente del AMBA los dejen ganar. Como alguna vez dijo el chueco García: “Marquen a los nuestros”.  La provincia de Buenos Aires necesita apenas levantar un par de puntos para recuperar el desempeño electoral del 2017. La puesta en escena del jueves responde, probablemente, a la intención de Cristina de recuperar la centralidad de la política argentina, luego de una nueva derrota en la provincia de Buenos Aires, la quinta de las últimas siete. ¿Por qué el resultado del domingo es visto como decisivo para el futuro del proyecto político de este sector del FdT? Sin dudas, porque no teniendo el timón del gobierno y envueltos en una crisis económica de gran magnitud, no se encuentra el modo de enderezar el rumbo de modo tal que se puedan tener perspectivas favorables de cara al 2023. Por supuesto, algunos se apuran a echar tierra sobre la exmandataria como si se tratase de un cadáver insepulto. Sin embargo, el liderazgo carismático de Cristina sobrevirá a esta catástrofe y continuará siendo la única dirigente capaz de generar un hecho político en cualquier momento del día, sea con una carta o con una propuesta política.  Por supuesto, sufrirá un desgaste. Todo liderazgo carismático, descansa no solo en su capacidad, sino en una suerte de providencia que se le reconoce de ver lo que otros no ven pero, más que nada, de vencer en la adversidad. La rutinización de ese carisma, en un Frente que de todos ahora pasó a ser de nadie, parece difícil, y más difícil aún, la posibilidad de que ese carisma sea heredado por alguien.

Todos los ojos se encuentran puestos en el modo en que el gobierno logre destrabar esta situación. Mientras el Frente del AMBA, que representa más del 30 % del padrón electoral tensa la situación al máximo, en el resto del país, solo quieren colgar el cartelito de "No Molestar" y concentrarse en las elecciones de noviembre. Harían bien en dejarlos.

Demás está decir que la angustia del pueblo argentino aumenta al ritmo de la agudización de la crisis política del gobierno. A su vez, la militancia vive horas aún más angustiantes y, al contrario de lo que proponía Alem, parece reclamar, que se doble, que se raspe, que se tuerza y se retuerza, pero que no se rompa.

 

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