19/04/2024 - Edición Nº1962

Entrevistas | 1 ago 2009

Horacio Ballester, Presidente del CEMIDA: Rebelde con causa

En 1984 formó, junto a un grupo de militares retirados hastiados de golpes de Estado y sistemas dictatoriales, el Centro de Militares para la Democracia Argentina (CEMIDA). Hoy, a los 82 años, el Coronel retirado analiza los cambios en el modelo de Defensa de la post Guerra Fría y anuncia: “para mí ser populista no es ninguna mala palabra”.


Por Lautaro González

La puerta del ascensor se abre y aparece Horacio Ballester. Vestido de entre- casa examina el encuentro. La cita es puntual, cuasi tiempo militar. Aunque la tarde cae en un gris cerrado, la amabilidad de este Coronel retirado, actual Presidente del CEMIDA, la deja en segundo plano.

La política del Centro se resume en apoyar y fortalecer la institucionalización de la República, con la certeza de que la democracia constituye el único medio para lograr la profundización de la liberación nacional y latinoamericana. Además, el CEMIDA pretende recuperar ese espíritu nacional y continental con que fueran creadas las fuerzas armadas (FFAA): al calor de las luchas por la independencia y en ferviente subordinación de su accionar a la voluntad del pueblo. Pavada de declaración que les ha costado infinidades de perjuicios a sus principales miembros, Ballester incluido. El grabador se prende y la primera pregunta se escapa por sí sola.

¿Cómo surge el CEMIDA?

Durante el gobierno militar, ya durante las dictaduras que lo precedieron, Onganía, Lanusse y Levingston, y especialmente en el Proceso de Reorganización Nacional, varios militares, quizá no demasiados lamentablemente, aunque fuimos muchos, nos opusimos a lo que se estaba haciendo. Se pagó caro esa participación; al Tte. Cnel Alberte, por ejemplo, lo tiraron por una ventana del sexto piso, el Tte. Devoto de la Marina desapareció, el Cnel. Perlinger estuvo 7 años y medio preso sin haber sido acusado absolutamente de nada. Todos nosotros sufrimos diferentes grados de persecución: durante la dictadura de Lanusse la Policía Federal me secuestró en Ezeiza, estuve desaparecido unas horas, no me torturaron pero no es nada agradable estar desaparecido. Tuve arrestos domiciliarios y en el batallón de Arsenal de Boulogne. Adelantándome un poco a los acontecimientos, luego de diez días de haber creado el CEMIDA, nos pusieron una bomba y nos volaron todas las instalaciones. Esto fue en la época del gobierno constitucional del Dr. Raúl Alfonsín, en noviembre de 1984.

A fines del ´83, las únicas voces militares que se escuchaban eran en apoyo al Proceso: militares en actividad y retirados. Nosotros queríamos hablar pero nadie nos hacía caso. Pensamos que si nos organizábamos nos iban a escuchar. Realmente nos escucharon: nos pusieron esa bomba y aparecieron los medios. Salimos en Le Monde de París, el Spiegel de Alemania occidental, The Baltimore Sun en EEUU, en las radios de Escandinavia. En fin, somos más conocidos en los medios de afuera que acá en Argentina.

¿Eso a qué se debe?

Será por el viejo refrán que dice “Nadie es profeta en su tierra”. Seguimos existiendo para gran sorpresa nuestra y tenemos 25 años de existencia. En la actualidad participamos activamente en los juicios por las violaciones de los derechos humanos. Ya en 1984 participamos en el juicio a la Junta y también lo hicimos en los Juicios por la Verdad, cuando todavía no habían sido derogadas las Leyes de Obediencia Debida y Punto Final en Bahía Blanca. Por el caso Scilingo declaré en conferencia televisiva ante la justicia de España. También por la masacre de Fátima; ahí fui espectador, testigo presencial del secuestro de dos chicas que después sus cadáveres aparecieron en Fátima. Estuve en los juicios de Corrientes y Neuquén, y en la ESMA por Febres.

¿Cómo fue esa experiencia?

Participé de acuerdo a mi conciencia. Yo declaro fundamentalmente como testigo para demostrar que la metodología aplicada, los secuestros, torturas y demás, no eran resultados de un loquito o una mente trastornada que cometía la violación, la tortura y el asesinato, sino que era un sistema implementado ni siquiera a nivel nacional, sino internacional. No es por casualidad que en todos los países haya ocurrido exactamente lo mismo. En Bolivia, Chile, Uruguay, Perú y Brasil todo respondía a la doctrina de la Seguridad Nacional que era conducida y dirigida por EEUU.

¿Cuál es la visión del CEMIDA con respecto al rol de las FFAA en un sistema democrático?

El Poder Ejecutivo Nacional y el Congreso son los que tienen que determinar cuál es el plan de desarrollo nacional para buscar el bienestar de sus habitantes. Ese proyecto, en su avance, choca con otros proyectos nacionales donde ahí se generan las hipótesis de conflicto. Cuando esas hipótesis son lo suficientemente graves como para justificar el empleo de las FFAA, esas hipótesis se convierten en hipótesis de guerra. La determinación del proyecto nacional corre a cargo de la población, del Congreso, de las leyes, y la determinación de cuáles son las hipótesis de conflicto o las hipótesis de guerra es del Poder Ejecutivo Nacional. Recién aparecen los militares cuando el Presidente da la orden de actuar.

Un ex jefe del Ejército, Roberto Bendini, en su primera comunicación con los oficiales describió su modelo de política militar. Pero la política militar es una decisión del poder político, del presidente o del ministro de Defensa, no de las Fuerzas Armadas. ¿Lo ve así?

Claro. No es posible que los militares digan cuáles son las hipótesis de conflicto o de guerra. Lo que pasa que ni siquiera el Poder Ejecutivo las determina, lo hace EEUU a través del Sistema Interamericano de Defensa. El actual, es una simple actualización de la Doctrina de Seguridad Nacional que nos llevó a los desastres de las dictaduras militares.

Esa doctrina comienza en 1942 con la creación de la Junta Interamericana de Defensa, cuando EEUU fue atacado por Japón en la Bahía de Pearl Harbor, y después continúa una vez terminada la Segunda Guerra Mundial con el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca de 1947, y en 1948 se creó la Organización de Estados Americanos (OEA). Ya en 1951 sale una ley que da orígenes a los préstamos de materiales de guerra por parte de EEUU a las naciones de América Latina, a lo que se suma la instalación de misiones y bases militares. Luego, por la década del ´60 aparecen las reuniones de los comandantes en jefe en Panamá, y a partir de ese momento se repiten hasta la actualidad. No hay que olvidarse que hacia fines de los ´50 aparece la admisión de la doctrina francesa de contrainsurgencia o de contraguerrilla, que es la que inventaron los franceses para sus guerras coloniales en Indochina y Argelia. Todo eso fue confirmando que había una sola hipótesis de guerra para todos: occidente versus oriente, donde la función principal era mantener el orden en cada país combatiendo la infiltración del movimiento comunista internacional y el desorden social resultante. Entonces vinieron todos esos desastres y barbaridades que cometieron porque el enemigo estaba en el interior del país, el enemigo era la propia población, donde los cargos que se infundaban eran abstractos. A todo esto se sumó la corrupción tremenda en las fuerzas armadas: el que detenía a un acusado se llevaba el “botín de guerra”, se robaba todo lo que había en la casa, almohadones, cubiertos, máquinas de escribir, todo.

¿Por qué piensa que se llegó a esa situación?

El Comandante en Jefe de la Armada, el almirante Massera, tenía una organización con escribano y todo, donde se quedaban con las tierras de la gente que hacían desaparecer. Es lo que yo declaro en los juicios, no era la reacción de un trastornado o un loco, sino que era una metodología.

¿Cómo queda el modelo de Defensa internacional post Guerra Fría?


Una vez que cayó el bloque oriental y la URSS, el sistema se quedó sin enemigos. Se reunieron los ministros de defensa del continente en 1995 y resuelven que el enemigo ahora es el terrorismo internacional y el narcotráfico. También resuelven que no existe más la Doctrina de Seguridad Nacional y otorga a las FFAA tres misiones: la defensa de la democracia representativa -no de las participativas-, la defensa del libre comercio y la necesidad de que el intervencionismo de las FFAA sea simultáneo en varios países, no quieren intervenciones aisladas. ¡Pero qué tienen que ver las FFAA con las democracias representativas! Ellos quieren la democracia representativa porque es la que pueden manejar.

¿Cómo se aplica esto en el conflicto de Honduras?


En Honduras asume un gobierno de la oligarquía. Este señor Zelaya era un conspicuo miembro de la oligarquía. Tal es así que las dos provincias más al este de Honduras se llaman Zelaya Norte y Zelaya Sur. Debe haber sido algún abuelo o bisabuelo que habrá sido Presidente y logró que Gran Bretaña le devolviera a Honduras esa tierra que le había robado. Pero este hombre una vez que llegó al poder adoptó una actitud populista, porque para mí ser populista no es ninguna mala palabra como dicen en EEUU y en muchos otros lugares. Eso, indudablemente, lo llevó al choque con el establishment local; aparecieron los empresarios y los representantes del pueblo, la Santa Iglesia Católica, diciendo que ese señor no podía seguir al frente del gobierno porque, según dicen, quería hacer un golpe modificando la Constitución. Pero la Constitución no es un mandato divino, se cambia por la voluntad popular. Entonces, ¿por qué no dejaron estos puritanos que están ahora en el poder en Honduras que se llame a elecciones? Si el pueblo quiere modificar la Constitución, se modificará.

Ahora EEUU está en una situación bastante difícil. Por un lado el Presidente apoya, por lo menos teóricamente, al gobierno y a las elecciones constitucionales, diciendo que en Honduras ha habido un golpe de Estado. Pero el establishment de EEUU no dice eso, y afirman que Obama está totalmente equivocado. Tienen sus dudas en que si los intereses de EEUU se ven perjudicados, Obama aplique algún tipo de represalia.

¿Venezuela es el único país que tiene otro modelo militar?


Hay que hacer un cambio integral en las FFAA y hacer el Sistema Interamericano de Defensa. Venezuela es el único que tiene un modelo diferente. Ahora está entrando un poco Bolivia. Venezuela es el caso típico de lo que hay que hacer. Tiene organizado un Ejército de Reserva de más de 2 millones de hombres, más grande que el Ejército regular. Este ejército, como lo llaman para la guerra convencional, no sirve absolutamente para nada. Chile en época de Pinochet decretó que el 15 por ciento de las ganancias de la comercialización del cobre tenían que ir directamente para el equipamiento de las FFAA. En este momento tiene aviones de combate de última generación, submarinos y misiles, pero ¿para qué los quiere? Para que dentro de 10 años los tiren a la basura. Aunque quisieran hacer la guerra contra nosotros, podrían ganar siempre y cuando los apoyen los EEUU. Por más aviones y tanques que puedan comprar no tienen la fuerza para vencer a 40 millones de argentinos que, supongamos, quisieran pelear. Además, Bolivia y Perú si hay una guerra entre Chile y Argentina no se van a quedar cruzados de brazos. Es imposible.

Nuestras FFAA tienen misiones y todas de carácter represivo. Primero contra el propio pueblo, en caso de que la capacidad de represión de la policía, gendarmería y prefectura sea sobrepasada. Incluso hay voces como la de Patti o Susana Giménez que quieren sacar las FFAA a la calle para combatir la subversión, establecer el orden, etc. Porque para EEUU, luego de la caída de la URSS, la seguridad interna y externa es una sola cosa. Después, la otra misión represiva que tienen es contra los campesinos que no quieren vivir en la miseria. Entonces le ponen el pomposo nombre de “lucha contra el narcotráfico”. Si quieren combatir al narcotráfico, lo tienen que hacer por lo pronto en el consumo. Mientras haya una demanda de más de 100000 millones de dólares anuales de narcóticos, se van a producir igual, y si no lo producirán químicamente. Por lo tanto hay que educar al pueblo y hacer los tratamientos antidrogas. Si quieren combatir la producción de plantas alucinógenas hay que crearle al campesino las condiciones económicas y sociales para que pueda vivir bien. Hay que crear un sistema de comercialización.

La entrevista culmina en un sillón verde, ideal para una sesión fotográfica. Ballester, ahora en su tercer matrimonio, no se incomoda en absoluto y señala el retrato de las otras dos esposas. “Soy doblemente viudo. Ahora encontré una valiente y llevamos más de tres años juntos”. Parece que hay CEMIDA para rato.

Compañeros de Promoción


Algunos compañeros de Ballester, como Leopoldo Galtieri, Albano Harguindeguy, Santiago Omar Riveros, Luciano Benjamín Menéndez, Edgardo Vilas, han tenido responsabilidades en la última dictadura militar. Al preguntarle cómo era su relación con ellos, responde: “Eran normales. Incluso Vilas estuvo en el cumpleaños de 15 de mi hermana. Pero ahora, en el próximo juicio, voy a declarar en su contra”.

“Me acuerdo que Menéndez decía: “yo nunca le he quitado los derechos humanos a nadie, salvo que haya sido comunista”. Para él, el hecho de ser comunista le hacía perder el carácter de ser humano a una persona”, reflexiona el Presidente del CEMIDA.

 

El campo, el gobierno y los militares

En la actualidad, ¿cómo vio el conflicto del gobierno con el campo? ¿Existe la posibilidad de que una parte de las FFAA pueda volcarse a favor de los intereses de la Sociedad Rural y sus aliados?

El golpe de Estado militar está prácticamente descartado. Pero el golpe no lo resuelven los militares, lo hacen, se resuelve a otro nivel. Cuando hay golpe, los uniformados ocupan los lugares represivos, son ministros del Interior, jefe de policía, etc. Los cargos donde se resuelve el futuro del país, el Ministerio de Economía, van civiles de una determinada tendencia socio-económica, como Alsogaray o Martínez de Hoz, o Krieger Vasena. Con Menem y Cavallo no necesitaron a los militares, le pusieron la frutilla al postre.

Hoy EEUU prefiere lo que nosotros en el CEMIDA llamamos “democracia de baja intensidad”: más o menos son respetados los derechos individuales y la libertad de prensa, pero los derechos sociales no existen. El derecho al trabajo, a la salud, a la educación, o vivienda digna, no existen. Es lo que quiere EEUU. Luego de la guerra de Malvinas, EEUU aprendió que los golpes militares no le convienen porque la población militar se aglutina en contra del dictador y cuando éste cae, se le hace ingobernable. Cuando cae un dictador muchas veces se viene un extremismo social que no les conviene. Ellos prefieren las democracias de baja intensidad: gobiernos que respondan a sus intereses.

 

 

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