02/05/2024 - Edición Nº1975

Política Nacional | 15 nov 2021

ANÁLISIS

Mar Argentino: un aprovechamiento sustentable se traduce en una fuente de riqueza renovable

La evolución de un sector productivo tradicional que tiene a sus principales consumidores en el exterior. Estado de los recursos ictícolas, nivel de exportaciones y estrategias para el control efectivo de la pesca predatoria.


Por: Patricio Ballesteros Ledesma

 

El Mar Argentino contiene una de las mayores y más diversas reservas de biología marina del mundo. De hecho, por la importancia del componente marítimo nacional, su relevancia económica y medioambiental, el 1 de octubre es el Día del Mar y la Riqueza Pesquera, establecido en 1937 por iniciativa de la Liga Naval Argentina.

Pero antes que un recurso comercial, que puede ser explotado en forma racionada y con conciencia ambiental, es un hábitat para innumerables especies que conforman una cadena biológica en relativo equilibrio desde hace millones de años.

Este frágil balance natural ha sido modificado, sobre todo en el último siglo y medio de revolución industrial, con el calentamiento de las aguas por el efecto invernadero derivado de las emisiones de CO2 a la atmósfera por la acción humana. Y son los océanos, precisamente, los reguladores del clima global.

También por las diversas contaminaciones que lo degradan en forma accidental (derrames de petróleo o combustibles), o intencional (vertederos de desechos o sustancias tóxicas), o actividades industriales, como la extracción de hidrocarburos off shore.

Pero el mar también es víctima de las prácticas de pesca predadora, indiscriminada, de propios y ajenos, con bajos controles en aguas territoriales y sin restricciones en aguas abiertas. Es un problema que enfrentan muchos países y la Argentina en particular, por la enorme extensión de su perfil este marítimo.

[El problema de controlar un mar tan amplio]

El país tiene una costa de más de 5.000 kilómetros, desde la desembocadura del Río de la Plata hasta el sur de Tierra del Fuego, y un mar con más de 2,8 millones de kilómetros cuadrados, que se extiende a 4,2 millones de km2 al sumarse la superficie de la plataforma continental.

En los 90 y los 2000, desde el Gobierno se advertía que pese a los buenos números que arrojaba la exportación del sector, los científicos advertían de la disminución de la población de especies tan significativas para el país como la merluza común.

Los propios pescadores de la Patagonia y de Mar del Plata, veían que los recursos del mar, que siempre aparecían abundantes y cerca de la costa, cada vez tenían que ir a buscarlos más adentro, más profundo y las capturas igual eran escasas.

En ese contexto, tanto los empresarios pesqueros como los trabajadores tuvieron en claro que había que dejar “descansar” al mar un tiempo, hacer pesca selectiva de ejemplares adultos, no llenar las redes con cualquier especie y devolver los juveniles y demás capturas no deseadas al agua.

Pescar todo lo posible en la temporada y sobreexplotar el recurso quedó en claro que era pan para hoy y hambre para mañana. Se dieron suspensiones, despidos, salidas más esporádicas y hasta cierre de frigoríficos.

[Cientos de barcos sin ética ni límites para pescar]

El caos también era producto de los miles de barcos extranjeros que se instalaban dentro y fuera de las aguas territoriales, y esquilmaban a un mar que ni siquiera les es propio.

Desde los lugares más recónditos, donde la dieta y la cultura de sus países tenían al mar como su principal fuente de proteína animal, que incluso son los mayores importadores de pescados y mariscos, llegaban verdaderas factorías flotantes que pescaban y procesaban todo lo que podían en aguas abiertas.

Y en la Argentina, por falta de recursos calificados, presupuesto o desidia, los dejaban. La poca costumbre de las mayorías de consumir pescados (salvo para las fechas religiosas, en donde el tema de conversación es “lo caro que está el pescado”), tampoco provocaba reclamos sobre el estado de los recursos y el descontrol de las prácticas predatorias.

Con semejante horizonte marino, el país podría haber aprovechado la saludable dieta mediterránea que incluye pescados, mariscos y moluscos, pero la cultura gringa del ganado bovino alimentado en las ricas pasturas pampeanas le dio la espalda al mar y abrazó el asado y las achuras como tradición culinaria.

Desde entonces y hasta hoy, todo estalla cuando sube el precio del ganado en pie o los cortes populares en las carnicerías, pero casi nadie se interesa demasiado por el estado de las especies ictícolas, ni por los valores en alza en las pescaderías.

[El agujero azul por donde se escapan las riquezas]

Así las cosas, este panorama no ha cambiado demasiado en los últimos años. Se dieron algunos avances en los controles, como la incorporación de los patrulleros oceánicos ARA Bouchard y ARA Piedrabuena y el Fondo Nacional de Defensa, pero también es cierto que fuera de las 200 millas marinas que le pertenecen al país, no es mucho lo que se puede hacer para evitar la depredación más allá de la zona exclusiva nacional.

Un monitoreo de la organización ambientalista Greenpeace sobre la pesca en el Atlántico Sur a inicios de 2021 denuncia que unos 470 barcos extranjeros (sobre todo chinos, pero también coreanos y españoles) se sitúan en aguas internacionales, frente a las costas de Chubut y Santa Cruz, en donde se detectan diversas formas de sobreexplotación pesquera desde hace años.

Esa localización en línea desde la milla 201 (al final del límite jurisdiccional económico argentino, y sobre todo en el llamado “Agujero Azul”), los pone a resguardo de cualquier legislación nacional e internacional que permita combatir la depredación de superficie y de fondos, aún cuando presentan signos comprobados de agotamiento en sus recursos.

La magnitud y voracidad de esta flota es tal, que duplica en número la cantidad de buques con autorización para la pesca comercial dentro de la zona exclusiva del país, que ronda los 270 barcos, pero mientras aquellos depredan en apenas 5.000 km2, éstos pescan legalmente en alrededor de 1 millón de km2.

En la reciente actualización de la Ley de Espacios Marítimos, finalmente se incorporó la Demarcación del Límite Exterior de la Plataforma Continental, que busca proteger la plataforma continental ampliada el año pasado por las Naciones Unidas, que le otorga derechos de soberanía al país sobre los recursos en el lecho y subsuelo marino hasta la milla 350.

También hay un proyecto para la Creación de un Área Marina Protegida Bentónica en el Agujero Azul, la que sería una primera medida para asegurar la protección del Mar Argentino, su rica biodiversidad y sus ecosistemas, pero todavía no hay fecha para su tratamiento sobre tablas.

[La sustentabilidad de un recurso renovable]

El sector pesquero local sí demostró con el correr de los años una mayor conciencia en cuidar el recurso que le da sustento y le permite exportar todos los años el fruto de su trabajo. Un aprovechamiento sustentable se traduce en una fuente de riqueza renovable. Y aunque pocos los señalan, el país exporta más pescado que carne bovina.

La Argentina realizó exportaciones pesqueras por US$1.729 millones en 2020, que en volumen sumaron 498.457 toneladas de pescados y mariscos sin elaborar y elaborados. Estos valores representan una caída en valor del 7,2% y una suba en cantidad del 3,9%, con relación al año anterior.

Entre enero y julio de 2021, el sector pesquero logró envíos al exterior por US$1.043 millones, con embarques principales en valor de langostino, calamar illex y merluza hubbsi a España, Corea Republicana, China, Estados Unidos, Tailandia e Italia en su mayoría, según datos del INDEC y el MAGyP.

Para salvaguardar los recursos, en 2013 el Senado sancionó la Ley de Áreas Marítimas Protegidas y desde entonces se establecieron tres dentro de la Zona Económica Exclusiva de jurisdicción nacional, en vistas de proteger la biodiversidad marina: Namuncurá-Banco Burdwood I, II y Yaganes.

Dos años después se promulgó la Ley 27167, Programa Nacional de Investigación e Innovación Productiva en Espacios Marítimos Argentinos, para concretar la iniciativa “Pampa Azul”, encabezada por el Ministerio de Ciencia y Tecnología, y que busca promover el conocimiento científico, el desarrollo tecnológico y la innovación productiva en el Atlántico Sur. 

[Fuerte baja en los derechos de exportación]

Hace pocos días, el Boletín Oficial publicó el Decreto 754/2021, que establece cambios en la escala de alícuotas con el objetivo de promover la exportación de productos de merluza común, langostino y calamar en presentaciones para el consumo final, que sean elaborados con procesos ciento por ciento locales.

En la nueva estructura arancelaria, se eliminan los derechos de exportación del filete congelado de merluza hubbsi elaborado en tierra en envases menores a 1kg (estaba en el 5%), y lo reduce al 3% en el caso de envases de mayor peso.

Para el langostino easy peel o Tail Long, los derechos para envases de hasta 1kg se reducen al 1% en lugar del vigente 5%, y para envases mayores será del 3%. También el marisco entero premium tendrá una reducción y se fijará en 6%.

Además, para las colas en envases de hasta 2kg el componente fiscal se baja al 3%, pero las colas en bloques mayores a 2kg para reprocesamiento en otros países tendrán un incremento de 2 puntos y quedarán en 9%.

Por otro lado, se eliminan los derechos de conservas y preparaciones de pescados y mariscos procesados en su totalidad en el país (estaban en el 4,5%), sean estos platos preparados semi-listos o listos, en salsas o aceites.

A su vez, las anillas de calamar, que estaban en el 7%, no tendrán más ese componente fiscal, mientras que el tubo limpio en envases de hasta 1kg pasa al 5% desde el actual 7%.

Los derechos de exportación de la corvina pasarán del 7% al 5% y la pescadilla, lenguado, mero, besugo, entre otros filetes congelados de especies de mar se bajan del actual 5% al 3%.

Al respecto, el subsecretario de Pesca y Acuicultura de la Nación, Carlos Liberman, explicó que “desde el Gobierno se busca una pesca integral, que trabaje con buques argentinos, con marinería local, que descarguen en nuestros puertos, que procese y transforme la materia prima y que lo haga en nuestras plantas contratando más argentinos y argentinas y que elabore productos de calidad”.

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