08/05/2024 - Edición Nº1981

Sociedad | 1 ago 2009

Otra mirada sobre el horror

“Desaparecido” es un documental sobre Horacio Pietragalla Corti, uno de los últimos chicos recuperados por Abuelas de Plaza de Mayo. Su director cuenta cómo fue su trabajo, que le llevó casi cinco años, y cómo ahora se siente parte de la familia del protagonista de su película.


Por Luis Freitas

Los abuelos de Peter Sanders vinieron de Europa y se afincaron en Bell Ville, Córdoba. Su madre, Malena Kuss, musicóloga y concertista de piano, se fue a los Estados Unidos a estudiar, se casó y allí nació él. Cuando tenía 5 años -en el ’72- regresó a la Argentina. Cuando en el ’78 a Robert Cox, editor jefe del Buenos Aires Herald y el mejor amigo de su familia, le pusieron una bomba en su departamento, la madre de Peter decidió volver a Estados Unidos. Con quince años recién cumplidos Peter viajó nuevamente a la Argentina y se quedó viviendo tres años con sus abuelos durante el gobierno de Raúl Alfonsín, cuando se realizó el juicio a las juntas.

A su regreso a Estados Unidos, Sanders estudió periodismo y una vez recibido se inició como reportero free lance en Nueva York y consiguió un puesto en la cadena NBC. Allí le encargaron una entrevista al presidente Néstor Kirchner, cuando este recién comenzaba su mandato. “Viajé a Buenos Aires con el propósito de hacer una nota sobre la economía argentina y qué estaba pasando con el Mercosur, cómo lo iban a integrar, cómo le iban a pagar a Estados Unidos”, recuerda Sanders. “Eso significó cinco minutos de transmisión, pero gracias a esa cobertura tuve la posibilidad de estar con el entonces presidente Néstor Kirchner, y pude ver que él no estaba solamente tratando de arreglar cosas económicas, sino que realmente la suya fue la primera administración en 20 años que yo vi, en la que los Derechos Humanos pudieron ser esclarecidos, justamente gracias al Poder Ejecutivo y al Poder Legislativo, con nuevos tribunales, y los criminales puestos en el banquillo de los acusados, y no sólo los generales sino también la gente de más abajo, la gente que cometió los actos de violencia. El tema de los desaparecidos estaba como más caliente que nunca, la atmósfera había cambiado y estaban abriéndose nuevos casos, las abuelas estaban tratando de conseguir encontrar chicos más que nunca”.

Fue en esa visita donde comenzó el trabajo que culminó con “Desaparecido”, el documental que narra la historia de Horacio Pietragalla Corti, el nieto número 75 que las Abuelas restituyeron a su familia biológica. “Leí en la prensa que este joven de 27 años se había reencontrado con su verdadera familia luego de mucho tiempo de vivir con sus apropiadores, y fui con mi cámara a la conferencia de prensa. Cuando terminó, Horacio me invitó a su oficina en la sede de Abuelas de Plaza de Mayo. Hablamos dos horas y pensé que podía ser una historia interesante para el trabajo que tenía pensado. En cuatro días, gracias a los contactos de David Cox, me entrevisté con el ex fiscal Julio Strassera, con el General Martín Balza, con Estela de Carlotto, Rosa Rosimblit y Horacio Verbitsky. A la segunda semana ya tenía como 20 horas de testimonios. Cuando me sentaba a editar el material me daba cuenta que tenía una historia con demasiado peso como para armar un corto”. Entonces, Sanders regresó a Estados Unidos pensando en alargar el trabajo a 20 minutos. Al año siguiente estaba de nuevo en Buenos Aires haciendo nuevas entrevistas. Dos o tres semanas más tarde, contaba con cerca de 900 horas de material y casi 200 testimonios. Durante los siguientes cinco años, en los que Sanders visitó periódicamente nuestro país, el documental fue tomando forma. “A veces me preguntaba: ¿dónde está mi historia?, por suerte Horacio siempre fue mi compás”, dice. Y eso se nota en las escenas con la familia biológica y la búsqueda de los restos de sus padres (militantes Montoneros, Horacio asesinado por la Triple A y Liliana muerta por fuerzas de choque de la dictadura militar), lejos, los momentos más emotivos del film.

De todos los testimonios, el que más trabajo le costó fue el de Lina y Cacho Castillo, el matrimonio que se apropió de Horacio y lo crió ocultándole su verdadera identidad. “Por cuatro años ellos se negaron a hablar, y Horacio tampoco quería que me metiera en esa parte de historia, ya tenía una nueva vida y para él el documental tenía que mostrar solo la parte positiva. No quería revolver el pasado, que se hiciera pública esa parte de la historia. Era un problema porque los padres adoptivos eran parte fundamental del documental, no podían faltar. Insistí tantas veces que finalmente en julio de 2005 accedió a que los contactara”. La entrevista se pudo realizar fundamentalmente gracias a Adriana, la hermana adoptiva de Horacio. Ella fue la que motorizó el encuentro, luego de tener un par de charlas previas con Sanders le dijo a su madre que estaba todo bien, que Peter era una buena persona. “Ambos estaban muy angustiados e hicieron esto no por mí, sino porque no querían perder a su hijo, dice Sanders. Pensaron que ésta era una manera de acercarse. A pesar de que era una relación que estaba bastante quebrada. Me permitieron hablar sólo dos horas, de los que quedaron los 10 o 12 minutos que aparecen en el film, que es un milagro, porque ella hablaba, con lágrimas y todo, casi no tuve que editarlo. No querían hablar de su paso por la cárcel (por el delito de apropiación ilegal), de si mañana iban a volver a ver a Horacio o no”.

Hablando con el enemigo

A los puntos de vista de un hijo de desaparecidos, de la familia apropiadores y de los organismos defensores de los derechos humanos, Sanders agrega el de los genocidas. Con mucho esfuerzo e inteligencia logró armar una mesa de militares, ex militares y personajes de la derecha argentina como José María Saccheri, abogado de la Asociación de Víctimas del Terrorismo. “Los conseguí a través de conexiones hechas durante los primeros tres años”, cuenta. “Al principio ningún militar quería hablar conmigo delante de la cámara, sabían que era un periodista norteamericano que estaba haciendo un reportaje cuyo protagonista era un hijo de desaparecidos que encontró a su familia biológica y abandonó a la familia que lo había apropiado. Tengo montones de entrevistas tomando té con gente que después de dos horas me decía que no quería aparecer, pero que tenían un amigo que tal vez sí. Después de jugar mucho tenis, de tomar muchos tecitos, muchos cafés y de algunas borracheras, contacté a una persona vinculada a los militares que me prometió que iba a tener a cinco o seis personajes importantes que iban a salir juntos”.

Cuando finalmente logró tener a estos personajes enfrente los bombardeó a preguntas y comprobó que no sentían ninguna culpa, ningún arrepentimiento, que hablaban como si estuviesen todavía en el ’75. “Les pregunté: ¿cómo pueden decir que no hubo robo sistemático de niños y que sólo hay 12 casos probados de apropiación, si las cifras hablan de más de 500?, ¿por qué sostienen que los desaparecidos solo eran los Montoneros, que ellos estaban luchando por la patria, que nunca mataron inocentes, que no hubo campos de concentración? Pero no me escuchaban, repetían sus argumentos y negaban las acusaciones una y otra vez. Pero para mí, negar en la forma que ellos niegan es también confesar”.

Desaparecido impactó en el Festival Internacional de Cine de Santiago de Chile, en el Festival de Montreal (Canadá) y ganó el premio al Mejor Documental en el Documentary and Fiction Festival of Hollywood de 2007. En 2008 fue presentado en Argentina, el History Channel compró los derechos para emitirla a todo el mundo, y hace poco Miradas al Sur y Veintitrés lo lanzaron en DVD.

“Cuando uno quiere contar una historia que no tiene nada que ver con la propia y encuentra la verdad más profunda, más terrorífica, es duro”, aclara Sanders. “Pero, como me dijo Julio Strasera, el esclarecimiento es lo más importante. Todos tienen que saber lo que está pasando. Si luego la justicia funciona o no es otra cosa, pero es importante saber lo que está pasando en cada sociedad, en cada país. Hacer esta película fue la experiencia más importante de mi vida porque lo hice por mi madre, por las raíces que tengo en Córdoba, para sentirme argentino. Siempre voy a llevar adentro las 900 horas de entrevistas que me ayudaron a entender muchas cosas de este país y hacen que me sienta parte de la familia de Horacio”.

 

 

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